Eli Rodríguez | Las nuevas técnicas de rebeldía espiritual
Arte NUEVAS TÉCNICAS DE MEDITACIÓN por Pol Rodellar
¿Cómo se reconcilian el budismo con Wallapop, o el taoísmo con AliExpress? En el universo de Eli Rodríguez, todo eso tiene sentido. El joven sexteto catalán canaliza las contradicciones del presente —capitalismo desbocado, espiritualidad de supermercado, vínculos líquidos— en un debut donde conviven la risa irónica y la observación crítica. Se llama Nuevas técnicas de meditación, y no es solo un álbum: es un espejo generacional con riffs.
Desde Banyoles hasta Barcelona, los seis integrantes de Eli Rodríguez (todos entre los 20 y los 25 años) han logrado condensar en diez canciones una mirada fresca, urgente y a veces desconcertante sobre lo que significa crecer en un mundo global y digital. Lo hacen con un lenguaje que les es natural: el del punkpop y el pop-rock gamberro, el de grupos como Carolina Durante, Aiko el grupo o Alcalá Norte, pero también con ecos lejanos de Los Nikis y la Movida.
Nuevas técnicas de meditación no es un título caprichoso. El disco está construido en dos mitades: cinco canciones yin (más introspectivas, negativas) y cinco yang (más vitalistas, afirmativas). Ahí reside parte de su mensaje: los opuestos no solo se atraen, se necesitan. Como cuando en Días tristes se recuerda que los días bajos pueden ser fértiles, o en Felicidad se señala que a veces lo mejor está justo en frente.
El foco temático es amplio pero personal. Desde el amor desechable en Novios y novias, hasta la intensidad emocional de Despegue —su focus track—, pasando por las pequeñas revelaciones de la amistad, como en Este finde, Verano o Testigos. Todo suena honesto, inmediato y un poco nostálgico.
Grabado en directo y producido por Xebi Salvatella y Enric Teruel para el sello NEU!, el disco deja claro que Eli Rodríguez no quiere fingir madurez ni disfrazarse de algo que no son. En canciones como Scusa o Embajador de Adidas aparece ese impulso casi ancestral de rebelarse contra lo que “toca ser”.
Quizá aún sea pronto para escribir su biografía, pero lo cierto es que Eli Rodríguez ya tiene voz propia. Una voz que no pretende tener respuestas, pero sí buenas preguntas. Una voz que recuerda veranos, rupturas y charlas largas con amigos. Una voz que, como la suya, no se calla.