Arcade Fire - Pink Elephant
6/10
La banda canadiense Arcade Fire tenía una tarea titánica en el marco de su regreso: entregar un álbum rondando lo perfecto, innovador o cualquier adjetivo que pudiera espantar a las moscas que desde hace un par de años los rodean, tanto por su calidad musical como por las denuncias sexuales contra Win Butler, voz y líder espiritual del proyecto. Pink Elephant no fue la respuesta, sino un rayón más a la radiografía de un pasado impecable, pero un presente cuestionable.
Al margen de la situación de Win, que lamentablemente no tuvo una cobertura íntegra, Pink Elephant es un trabajo desalmado, sin fondo ni sazón. La maqueta se compone de 42 minutos, con tres interludios instrumentales que poco hacen, ya que no son puentes ni transiciones memorables.
Es cierto que el ensamble visto desde Funeral hasta, al menos, Reflektor nunca volverá, pero la eliminación actual de elementos sonoros no cumple una funcionalidad narrativa o expresiva; en este caso, menos no es más. Y parece ser adrede, pues el álbum suena a un monopolio entre Win y Régine.
Los saltos entre géneros musicales en Pink Elephant sólo refuerzan la incapacidad de desarrollar un concepto como Arcade Fire nos tenía acostumbrados, al menos lo que eran hace un par de años. Este departamento no exige que las canciones sean necesariamente seriadas o numeradas —como ocurre con Sprawl I y II o End of the Empire I-II a IV—, pero sí que posean cierta coherencia, conexión y unidad.
Otra verdad sobre la mesa es que el disco ofrece un par de despliegues de genialidad, pues no toda la magia se esconde entre el fandango de un notable estancamiento musical y conductas inapropiadas. Con sapiencia, sea de Arcade Fire o de la disquera, los sencillos fueron atinados, siendo parte de las piezas con mayor calidad dentro de las 10 disponibles.
Year of the Snake resalta como una de las elecciones comerciales del álbum; a la lista se pueden sumar las sorpresas Ride or Die y Alien Nation que, más que menos, proponen un rostro distinto de Arcade Fire. El punto máximo, quizá, sea la frenética Stuck in My Head, que con el contexto previamente citado se antoja más como un ruego de desesperación al no poder avanzar sin esas voces, arrepentimientos y la misma conciencia.
Sí: todo lo que ocurrió con Win Butler es un condicionante a la hora de oír Pink Elephant, que debería o no ocurrir, pero tampoco se puede bancar un álbum que deja tanto que desear, por mucho esnobismo o terquedad de querer ir en contra del flujo opinativo. Este retorno, a trompicones, deja un par de canciones grandiosas, pero una construcción general poco ambiciosa y el repliegue de un mal que el mismo Arcade Fire nos dejó al ser tildados, por propios y ajenos, como una de las bandas más influyentes de los 2000 para acá.