
Pitchfork Music Festival CDMX Día 2: Una jornada íntima y conmovedora en el Fray Nano
Desde los primeros acordes, el segundo día del Festival Pitchfork CDMX se sintió como un largo suspiro colectivo: una jornada en la que el silencio entre canciones decía tanto como las propias letras. La conexión con el público fue total, pero sin estridencias: más bien una comunión íntima, tejida a través del folk, las cuerdas y las emociones compartidas.
Rosas y A Veces Siempre abrieron con sets sinceros y envolventes, que prepararon el terreno para la sutileza de Bedouine, cuya voz y presencia bastaron para llenar el espacio con una belleza quieta. Tim Bernardes y Rodrigo Amarante, cada uno desde su orilla emocional, hicieron que el escenario se convirtiera en una extensión del alma: todo era piel, memoria, resonancia.
La noche avanzó con una presentación luminosa de Silvana Estrada, quien reafirmó por qué su canto tiene la capacidad de desarmar y reconstruir en la misma frase. Y cuando llegó el turno de Black Country, New Road, en su esperada primera visita a México, el aire se volvió denso, cargado de expectativa. Su set, amplio y catártico, fue un viaje emocional sin red, donde el caos y la introspección se fundieron en algo completamente único.
En tiempos donde escuchar se vuelve un acto de resistencia, lo que se vivió en este segundo día de Pitchfork CDMX fue una experiencia que quedará flotando en la piel por un buen rato.















