Deftones - private music
9 / 10
Entre densas texturas y pulsos magnéticos, private music se alza como la décima entrega de Deftones, envolviendo al oyente en un viaje donde la familiaridad del pasado se encuentra con la promesa del futuro. La banda de Sacramento no reinventa su universo sonoro; lo reafirma con una madurez cristalina. Riffs afilados y arrolladores se entretejen con atmósferas sensuales, evocando ese “wall of sound” que desde White Pony hasta Ohms ha sido su sello distintivo.
El arranque con “my mind is a mountain” evidencia esta dualidad: brutalidad condensada en apenas unos minutos, intensidad pura que resuena con la ferocidad original de la banda. “cXz”, por su parte, juega con tensiones dinámicas, enérgicas y bellas a la vez, mientras que “departing the body”, el cierre, se desliza como un suspiro prolongado sobre un mar incierto.
La magia de Private Music reside en cómo Deftones retoma su ADN: ese pulso constante entre brutalidad y belleza, sin concesiones, con texturas más refinadas, profundas y, sobre todo, auténticas. La producción de Nick Raskulinecz, quien ya los acompañó en momentos clave (Diamond Eyes, Koi No Yokan), brilla al equilibrar originalidad y modernidad, cuidando cada detalle de cada pasaje.
Más allá del impacto individual de sus canciones, Private Music construye una experiencia cohesionada: un disco cuyo valor no está solo en sus temas, sino en la unidad sonora que logra como conjunto.
En definitiva, este álbum demuestra que Deftones no solo mantienen su esencia, sino que la elevan. Libera una nostalgia palpable, como un eco de Around the Fur, White Pony y Ohms y, al mismo tiempo, ilumina la dirección que sigue latiendo con fuerza. Private Music es una mirada al pasado que se convierte en esperanza: un testimonio vibrante de una banda que sigue definiendo el presente del metal alternativo y más allá.